La galería L&B de Barcelona (Àlaba, 58) tiene el placer de presentar los últimos trabajos de Anna ill en la exposición Objective chance. Cuando andamos por la calle compartimos nuestro paseo con una serie de objetos que a menudo no valoramos. Son el motor de la obra de Anna ill (Vilanova i la Geltrú, 1990). Materiales abandonados, tales como trozos de madera, de piedra o de tejidos concretos. Estructuras que, miradas desde un punto de vista utilitario, han perdido su función, y que solo pueden volver a tener sentido si se aprecian desde una mirada abierta que busca el potencial expresivo escondido en cada uno de los cuerpos inertes. Esto es lo que hace ill: transforma objetos abandonados en piezas de una belleza sutil que consiguen transitar desde el exterior al interior, y preguntarnos si es coincidencia que nuestros ojos no puedan apartarse de unos materiales que nos hablan y nos llaman la atención.
“Haciendo este recorrido desde el exterior hasta el interior, topamos con piezas tan importantes como la escultura Nòmada, que en fotografía seria el que denominaríamos un autorretrato. Obras de arte hechas a partir de todo aquello que nuestros sentidos, nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro mundo cargan sobre sus hombros, y que muchas veces, sin que ni siquiera nosotros seamos consciente, nos permiten conformar el sentido de la vida.”
Clàudia Rius, periodista cultural en Núvol
Texto “Objective chance“ 2019.
Por Clàudia Rius, periodista cultural en Núvol
Cuando andamos por la calle compartimos nuestro paseo con una serie de objetos que a menudo no valoramos. Dichos objetos son el motor de la obra de Anna Ill (Vilanova i la Geltrú, 1990): materiales abandonados como trozos de madera, de piedra o de tejidos concretos. Estructuras que, miradas desde un punto de vista utilitario, han perdido su función, y que solo pueden volver a tener sentido si se aprecian desde una mirada abierta que busca el potencial expresivo escondido en cada uno de los cuerpos inertes.
Potencial expresivo que crea una paradoja: se acontece en el objeto, pero no podría existir sin la voluntad comunicativa de la persona que no solo lo ve sino que lo mira, se impregna de él, lo coge y se lo lleva a casa. O al taller. Esto es lo que hace Anna Ill, que se deja llevar instintivamente por el espacio en que se mueve y espera que sean los materiales los que la llamen a ella, como cuando hace largas paseadas nocturnas por Londres, ciudad en la que vive y comparte con Barcelona. En otras palabras, y formulado en forma de pregunta: los objetos realmente nos quieren decir algo, o somos nosotros que interpretamos que nos hablan?
Debido a la existencia de este interrogante, no se puede entender la obra de la catalana sin pasar por dos conceptos, casualmente de dos teóricos franceses de la época surrealista: el psiquiatra Jacques Lacan y el artista André Breton. De Lacan, Ill interpreta plásticamente la idea de extimidad (intimidad expuesta), según la cual solo podemos encontrar aquello más interior en aquello exterior que agita lo más profundo de nuestro ser y espolea el deseo de mostrarlo. De Breton, la creadora se apropia de la idea de “objetive chance” (azar objetivo), la cual explica la aparición de coincidencias sorprendentes que parecen tener que revelar algo a través de la relación entre la necesidad natural o exterior y la necesidad humana o interior.
Y en el caso de Anna Ill, nos la revelan. Como queda plasmado en la muestra “Objective Chance” de la L&B Gallery, la artista parte de materiales encontrados que ejercen una fuerte atracción sobre ella para descubrir, a través de la intervención, manifestaciones latentes de la propia identidad. El término de Breton define su proceso de creación: la coincidencia de encontrarse objetos por la calle se convierte en una pulsión creativa, como si estuviera predestinado a ser así. Y estos materiales se convierten en algo significativo, también gracias a la mezcla de otros factores como la espera, el automatismo, los sueños y el amor.
“Las obras se escapan de sí mismas”, dice Ill, que una vez se lleva un objeto al taller no tiene por qué empezar a trabajar directamente con él, sino que los acumula junto a otras piezas hasta que finalmente, como si surgiera de la nada, pero de una nada surgida de su interior, les encuentra un sentido y una forma. Se trata de dar a todas las estructuras la oportunidad de ser bellas. Y esto solo se hace contraponiendo una serie de valores que crean tensiones, misterios y atracciones. Por este motivo, Anna Ill juega a hacer converger el interior y el exterior, la utilidad y la estética, los materiales duros y los materiales blandos, las intuiciones y la forma.
Objective Chance empieza con las siluetas de unos sacos de arena de Londres, objetos obreros, históricamente impersonales, y acaba con las siluetas de la espalda de la artista, que recoge en su interior materiales como una manta que la acompañó durante su viaje en Sudamérica, una teja de Collbató y una baldosa de Londres. Haciendo este recorrido desde el exterior hasta el interior, topamos con piezas tan importantes como la escultura Nómada, que en fotografía seria el que denominaríamos un autorretrato. Obras de arte hechas a partir de todo aquello que nuestros sentidos, nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro mundo cargan sobre sus hombros, y que muchas veces, sin que ni siquiera nosotros seamos consciente, nos permiten conformar el sentido de la vida.