22.09 >> 24.10.2016
L&B Gallery de Barcelona (Álaba, 58) propone el tiempo de Antonio Lazo, una exposición que presenta las obras del artista venezolano realizadas entre 2010-2016.
Se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo sobre el tiempo; todo lo que se escribe es y será siempre insuficiente. Toda gesta por intentar definirlo es infructuosa ante su manifiesta intangibilidad
Antonio Lazo
La muestra tiene la intención de englobar por primera vez los diferentes trabajos de Lazo centrados en la temática del tiempo, su principal línea de investigación en los últimos 6 años.
Siendo el tiempo el centro de mi incursión, evade el aspecto físico de las formas tangibles. La serialización —por yuxtaposición o superposición— es el orden constitutivo de las imágenes dibujadas y pintadas que presento, además de las imágenes fotografiadas y los dos vídeos realizados en 2012 de 30’ cada uno.
Antonio Lazo, 2016
Abren la exposición los trabajos Julio 2016 (registro temporal) y Agosto 2016 (registro temporal), dos piezas de 100×73 cm cada una compuestas por cuatro lienzos que corresponden a dos meses de trabajo secuencial. Lazo se sirve del color de la atmósfera de París a una determinada hora del día y lo registra con una capa de pintura. El último día de la semana concluye el trabajo secuencial de los siete días. Las capas, superpuestas, representan el fluir del tiempo.
Superponer capas de pintura ocultando las ya realizadas, en vez de ser una acción inútil como lo calificaría un observador habituado a contemplar una obra de arte ‘visual’, es un proceder ‘absurdo’ más acorde con el natural acontecer de la vida cuando entendemos que estamos inmersos en el dinámico fluir del tiempo (presente-pasado-futuro).
Antonio Lazo, 2016
Antonio Lazo se propone llevar la experiencia bidimensional de los registros temporales a la tridimensio- nalidad en Bloque de atmósfera I y Bloque de atmósfera II. Ambas piezas forman parte de la serie de volúmenes constituidos por láminas de cartón pintadas con el color de la atmósfera de París. Encoladas la una bajo la otra, la última lámina corresponde al día final de la semana.
A diferencia de los registros bidimensionales, en la presente obra el lateral de la misma permite visualizar las diferentes capas de pintura.
Con el objetivo de hacer una lectura invertida y comprimida del tiempo, Lazo presenta Panorama I (2013). En esta obra el artista traza 121 líneas de 85 cm de largo superpuestas, realizadas durante un lapso de 15’. La ejecución de la primera línea trazada es ocultada por la siguiente, y así sucesivamente hasta la ultima (121), que será la única visible
Con la serie Superposiciones (2016) Lazo se sirve de la fotografía para seguir desarrollando la temática del tiempo. En este caso, superpone tres imágenes del cielo de París (desde una ventana con cortina), con intervalos de 1’ cada una y que posteriormente superpone imprimiéndolas sobre un mismo soporte. Este resultado totalmente imprevisible destaca por su singularidad y riqueza plástica
Con Intervalos de tiempo I (2012-2013) Lazo traza surcos horizontales organizados verticalmente sobre vinilo, estableciendo nexos de intervalos de tiempo durante cuatro días a una hora determinada. El fin no es otro mas que quebrantar e intervenir el fluir natural del tiempo. Esta pieza nos remite al bajo relieve que crean las ondas sonoras en la matriz de los viejos discos de vinilo.
Es el tiempo, no el reloj, la arena movediza en la que me hundo hasta el cuello.
Antonio Lazo, 2016
En la exposición se presentan también cuatro piezas de la serie de los No relojes (2013).
La inutilización del reloj al desprenderle las agujas y borrar la graduación horaria, lo transforma en un objeto totalmente inútil o en un instrumento que Lazo llama ‘no-reloj’. Su ‘utilidad’ invita a pensar en la imposibilidad real de mesurar verdaderamente el tiempo en su continua y misteriosa duración.
La muestra se cierra con dos vídeos inéditos realizados en 2013, Panorama I y II, en los que Lazo plantea la idea de no ver el tiempo pero sentirlo. El artista utiliza una cámara de video en posición fija hacia un cielo azul despejado. Con ella consigue realizar un plano-secuencia de 30’ de duración, dando prioridad al sonido-ambiente sobre la imagen.
Todo mi trabajo es el resultado de mi vivencia ‘interior’ del tiempo… No hay en la muestra una obra que represente o exprese el tiempo, son apenas intentos, la mayoría limitados, frustrados o contradictorios por aludir- lo… son muestras precarias de su flujo invisible en el reducido espacio de mi entorno.
Antonio Lazo, 2016
ANTONIO LAZO (Caracas, 1943)
Desde mediados de los ochenta ha presentado numerosas exposiciones individualmente las que destaca Tiempo Real, La Caja – Galería de Arte Contemporáneo del Centro Cultural Chacao, Venezuela (2011); Sentimiento, Convicción, Vivencias, Galería de Arte Nacional, Caracas (1988); LAZO, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber (1991). También ha expuesto Horizonte, una visión urbana del paisaje, Casa de América de Madrid (1995); Horizontes, límites de una idea, Sala Mendoza, Caracas (1997); Dibujos de Antonio Lazo, Galería Sotavento, Caracas (1988).
Antonio Lazo: El Tiempo
Durante un poco más de un lustro peregrino en la ruta del tiempo, tantas veces andada sin que nadie la haya recorrido en su extensión total por ser imposible de abarcar – ¿cómo abarcar lo que nos abarca? No es objeto, cosa o sujeto que se le pueda asir sensitivamente; ¿es más que una categoría, una idea, un concepto o una formula para abordarlo filosófica o científicamente?
Se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo sobre el tiempo; todo lo que se escribe es y será siempre insuficiente? Toda gesta por intentar definirlo es infructuosa ante su manifiesta intangibilidad. Ante tal complejidad, dividir su indivisibilidad, desarticulando su movilidad universal ha sido, desde tiempos remotos, el acierto práctico del hombre para sacar de él provecho social e individual. Se ha hecho la historia a su costa, antes de él no la hubo, porque al hombre le faltaba una unidad de medida solar y un alfabeto que lo ubicase socialmente en medio de la heterogeneidad caótica que lo asediaba. Y es este el aspecto del tiempo ‘real’ (el tiempo espacializado) que conocemos por ser útil, desconociendo su bastedad.
Es uno de los misterios centrales de la existencia. Nuestra sociedad actual aborrece el misterio que atesora la existencia en cada ser, en cada cosa, por ser refractario a la ‘objetividad’, por ser evasivo a la investigación docta.
¿Por qué inicié este peregrinaje? Por franca reacción ante la fatigada ‘objetividad’ contemporánea que hace del hombre hoy un ser hedonista en exceso, cuya vida espiritual se diluye en la sensualidad exterior, fuente de placer y recreación individual y social, habituado al impacto de la ‘novedad’ efímera, de espalda a la permanente presencia espiritual de su existencia.
Como hombre y artista centro el tiempo como el punto cardinal de mi peregrinaje marchando al encuentro de << otra >> imagen de consistencia permanente como desafío artístico al presente, colocándome al margen de convecciones consensuadas en las que las sofisticadas imágenes mediáticas adquieren prioridad social y cultural.
No hay en la muestra una obra que represente, exprese o figure el tiempo. Todas las obras expuestas son apenas intentos, la mayoría limitados, frustrados o contradictorios por aludirlo; son señales apenas, indicios, muestras precarias de su flujo invisible en el reducido espacio de mi entorno.
Todo lo expuesto es el resultado de mi vivencia ‘interior’ del tiempo que a partir de referencias formales – el minimalismo –, de convergencia histórica con el impresionismo tardío de Monet, conceptual y objetual con Duchamp y técnica con el cinematógrafo que intento indiciar.
Siendo el tiempo el centro de mi incursión, evade el aspecto físico de las formas tangibles. La serialidad, por yuxtaposición o superposición, es el orden constitutivo de las imágenes dibujadas, pintadas y fotográficas, consciente, no obstante, del defecto divisorio y secuencial del método empleado.
Este peregrinar – aún en transito – ha dado como resultado las obras expuestas que no habrían tenido lugar sin tan decisivo desafío. Son obras para el observador paciente y atento, no para el espectador habituado al impacto fácil del mundo del espectáculo y la simulación.
Antonio Lazo